-Lo que estas sintiendo, yo también lo estoy sintiendo, dijo Rogelio besándole los labios, y si tengo que dejarlo todo y convertirme en un anarquista, en un nuevo Che Guevara, me dejaré la desordenada barba y me iré tras de ti, en busca de nuestra montaña. Ella lo abrazó, y devolviéndole el beso con otro beso, murmuro,
-vete, por mi, vete. Aquella noche fueron uno solo, ella acorralada en sus brazos, el entrando lentamente, delicadamente en las inexplicables aguas del amor, ciertamente que Rogelio buscó, como un guerrillero solitario embriagado de placer, los montes que adornaban el hermoso cuerpo de quien aquella noche se convertía en su mujer, ella solo pudo suspirar mientras peinaba con dulzura los cabellos de su amado.....
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