sábado, 5 de junio de 2010

El Paraiso (2da parte)

-Bueno, recuerdo también, aunque de manera difusa a Margarita, a Evelyn, a Grecia, a….

-Protesto, señor Juez.

-A lugar.

Es inevitable en esta tercera fase, en la que se van olvidando los placeres que la carne proporciona, que se conserven los recuerdos por algún tiempo. Horacio solo tenía unos cinco meses (aunque el tiempo como se conoce en la segunda fase es totalmente diferente en esta tercera fase, siempre asumiremos el tiempo, y la forma de medirlo: horas, días, semanas, meses, etc., según la segunda fase espiritual del hombre), el se deleitaba recordando esas figuras hermosas:

-Bien, continuo diciendo Horacio, estuve en aquel salón durante varias horas, sino días, y estaba hastiado de todos esos llantos, de esos gritos y de todos esos embustes que decían sobre mi (fue en el velatorio). Fue en esas circunstancias que decidí salir de aquella caja que me asfixiaba, para tomar un poco de aire fresco y de paso, escuchar los chistes que se estaban contando en la galería de la funeraria. ¡Ja, que gritería, Dios mío!, fue aquella.

Se escucharon murmullos en la tribuna y algunas risas se iban deslizando entre los presentes vistiéndose de silencio al oirse el golpe dado por el señor Juez sobre la mesa pidiéndoles silencio a los presentes.

-Pero usted sabía de su fallecimiento, dijo el fiscal mientras unía sus manos en cada una de las puntas de los dedos, separándola en forma parabólica en el interior de ella, porqué, continuó diciendo el fiscal, Por qué entonces decidió salir en su primer día, cuando eso esta vedado en nuestro código, en nuestras normas, en nuestros reglamentos, enfatizó el fiscal aparentemente contrariado.

-No entendía mi situación, y tampoco había leído, completamente todos esos folletos y libros que se me entregaron al llegar a “esta hermosa fase”, dijo en forma irónica Horacio, además no tengo buena memoria, sufría de amnesia leve, allá abajo, desde pequeño olvidabas las cosas.

-¿Y en las otras veces, apareció más de una vez en su antiguo hogar, fue también a causa de su amnesia?.

-No, en realidad no tenía a donde ir y después de todo ese era mi hogar y me sentía a gusto en el, podía cuando alguien dejaba un aparato encendido, oir música, ver la televisión, en fin podía hacer cuanto quisiera en ella.

Hay dos cosas que están prohibidas a los espíritus: salir a la vida terrena en su primer día de llegada a esta fase y aparecer en su antiguo hogar o en la casa de algún familiar cercano sin autorización previa, en los primeros meses de su fallecimiento.

Continuará...

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