Recuento
La silueta de tu adiós
estaba aún en el cerrojo de la puerta.
Dentro:
yo, compartiendo mi tristeza
con aquella nueva soledad
que se apresuraba
a tomar tu lugar
en la ventana rota
por la que siempre mirabas
y te reías…, recuerdas?
No, la soledad no mueve su cabeza
como lo hacías tú
cuando te interrogaba.
Detrás de la puerta:
las huellas de tus viejos tenis
inamovibles
el eco de tu voz
se entreoía
de pared a pared
y aquel niño travieso
que conociste
en aquellos días perdidos en el tiempo
se fue
se fue en algún transeúnte
que tomó, en sus manos
el rostro tibio del amor.
Hoy,
el sol sólo calienta una parte de mí.
En mi interior:
la lluvia
salpicando de tristeza
todo mi ser.
Fuera de mí:
todas aquellas cosas
que tocaste
mis cabellos, mi rostro
mi piel
y aquella camiseta azul
que tanto te gustaba.
Un día más sin ti
y van cuatro.
Ramón J. Olio Guzmán
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