Mis Poemas


“Canciones”

Las viejas canciones sin recuerdo
sin ataduras del pasado 
adornaban la tarde.
Las nostalgias de color sepia
esparaban impacientes
sentadas amargadas
en el banco de granito vaciado
en medio del parque
esperando por dos manos entrelazadas

Esas viejas canciones
llenas de recuerdos
que anudaban tu garganta
humedeciendo tu mirada
recorrían la prima noche
las luces de la calle y de los autos
te apartaban del pasado
que quería volver.

Y las partes de tu vida vivida
se quedaron pegadas
en la foto instantánea
con partes  de tu familia,
tus padres de pie y a tu espalda 
mirando cada uno de tus pensamientos,
algunos de tus hermanos
sonreían congelados,
el radio (nuevo entonces)
se escuchaba silencioso
recostado sobre tus piernas
tus manos inquietas 
jugaban sin moverse 
con los nuevos botones 
tu rostro no podía ocultar 
la felicidad del momento.

El sonido de las nuevas canciones
sin historia
se abrían paso entre las ráfagas de viento
del presente
que peinaban bruscamente 
la crecida hierba
en la que se escondía 
la silueta del tiempo
sin forma 
sin color
sin olores exquisitos
que te hicieran recordarle.

Esas canciones 
que te acercaban al dolor
a los amores eternos que no fueron
a los amores momentáneos 
que murieron
por suerte.

Las 11:58 de la noche
sólo se escuchan los silbidos de los grillos
los multitudinarios, los insistentes
el sueño erótico se había esfumado
y no podrás recomenzarlo
el silencio aplastante de la soledad nocturna
acapara tus pensamientos soñolientos,
al fondo a la derecha
bajitico
una radio portátil
deja escuchar una canción
que va erizando lentamente tu piel:

"Ven que el tiempo corre y nos separa
la vida nos está dejando atrás
yo necesito saber
que será 
de ti......".

5 noviembre 2012
Ramón J. Olio Guzmán



“La Calle L.C.”

La calle
callada
ella sufre y escucha
toda negruzca
se pierde junto al cielo
callada
soporta mi peregrinación.

2 diciembre 2011
Ramón J. Olio Guzmán



“Miercoles en la Mañana”

En medio de tanta gente
tu exótica belleza
hunde en silencio
las sordas palabras de la multitud
y el azul celeste
que rozaba tu piel
a cada paso,
dándome celos
acercándome al edén,
interrumpe el latir de mi pecho
agitándole luego.

Una feria de equívocos
un miércoles por la mañana
y un cuento que nunca se hizo
se pasean por mi mente
que escuchan los minutos de la noche
esperando una llamada
un tono de mujer
qae envenene mi alma
con su química
con sus labios húmedos
con sus divertidas ocurrencias.

Las 9:27 pm
un solo deseo ronda mi mente
mientras me hablas de Europa:
probar tus labios
sentir tu pecho jugar en mi herido cuerpo
rozar tu amor.....

con mi amor.


28 noviembre 2011
Ramón J. Olio Guzmán


“Mi Ultimo Poema”

De vez en cuando no siempre,
trato realmente de olvidarte
y me río de mi torpeza.

Recojo los recuerdos que tengo de ti
guardados en un pedazo de tiempo
que me separa un poco de la soledad que dejaste
y vuelvo a reírme.

Era para botarlos, pienso en voz alta
acariciando el silencio de unas manos
que no están y sin embargo
aprietan las mías mientras camino en el filo de la noche
que se ríe como yo.

El sol, otra vez el sol, se topa con mi mal humor
escondiéndose detrás de una fina capa de nube
que aunque no lo creas
se te parece tanto
yo hago como que no la miro, mientras leo la última línea
de este mi último poema (ji, ji) que escribo para ti.

Sé que las hojas volaran suavemente para que te recuerde
y sé que miraré tus ojos tan llenos de vida,
que me hacían tan feliz, dibujarse en las olas del mar.
Ya casi no puedo reírme, sería hipocresía caminar con tanta nostalgia
y esa falsa mueca en mi rostro.

Ahora no recuerdo si trato de olvidarte, en este día
que lleno de calor, hojas en el camino
y no sé cuantas otras cosas que te traen a mi mente
o simplemente quería distraer un poco
la monotonía de esta vida.....

               Sin ti.

23 noviembre 2011
Ramón J. Olio Guzmán

“La Esperanza”

Creen que no lo se
hoy anduve de palmo a palmo
la ciudad
en medio de un mar humano
caminaba a solas
sumergiéndonos, todos
en la mescolanza de ruidos y música
entre humos blancos y grises
pestilentes
que salían de las espantosas factorías
sin más control
que el dinero comprador
de cegueras matutinas
industrias movidas por sudores
mal pagados
por cansancios
rutinarios, rancios
sin posibilidades de descansar.

Los ojos azules, que las dirigen
con duras miradas
que se suavizan
en las llamadas fundaciones
donde ellos maquillan
todas sus maldades
todas sus mentiras
todos sus grandes robos
a costa de los bajos salarios
de sus empleados a sueldo
a bajos sueldos.

Las sucias calles, sí
las de Santo Domingo
dormidas en el abandono
convertidas, en estercolero
de políticos, industriales, inversionistas, banqueros....
(como quieran llamarse)
de falsos paladines
contra los negocios turbios
contra el comercio ilegal
contra las drogas
contra el crimen organizado
que cuentan sus fortunas mal habidas
en la oscuridad de la noche
donde nadie los mire.

Los ojos ya no lloran
el asombro se escapo
con los últimos pedazos de cuerpos humanos
lanzados en fundas negras de plástico
a la orilla de la vida,
con las últimas gotas de sangre
que salpicaban de tristeza y rabia
a los familiares,
con la última cena,
no servida
en la misera casa
hecha de residuos de ciudad
de pedazos de zinc, de madera carcomida, de cartones
de pedazos de vida devaluada,
esperando por un desalojo,
otro más;
esa misma casa
que en medio
del camino escalonado, que no termina
donde se bifurca la desesperación
hecho de huellas y contrahuellas
de pura tierra
endurecidas por la angustia
por la falta de todo
y que solo te lleva a un lugar:
la pobreza.

Ahí donde el dolor
se combate con el olvido
y las necesidades
que son muchas
se hacen a un lado
para que no ocupen
en el reducido espacio,
ahí, a media noche
debajo de todas las estrellas
y la discreta luna
que miraba espantada
murió
sobre la destartalada cama
que se inclinaba maliciosamente
hacia la tristeza
la esperanza
sí anoche murió la esperanza.

20 octubre 2010
Ramón J. Olio Guzmán



“Liberando Espacio”


En blanco y negro
con el tiempo a cuesta
con la prisa
del último día de vida
así llegaron tus recuerdos
amontonándose en mi mente
que ayer
cosas de la vida
había limpiado de ti.


Tus labios
querían sonreír
divagando en las añoranzas
mas, solo escuchaba tus pleitos
sempiternos
arrugando el la frente
de los rencores olvidados
(no del todo).


Tus suaves manos
se deslizaban
de un lado a otro
de mi memoria, acariciándola
mientreas yo recogía 
con furia
lo poco que quedó 
de mi querida camisa azul
que con tus garras pintadas de rojo
destrozaste
cuando aún yo la tenía puesta.


Fue cuando pude verme 
en los espejos de mi vida
en que se habían convertido
tus ojos 
para mi
el color verde 
que siempre quisiste tener
sin poderlo conseguir
no pudieron invadir mi alma
mas si el odio
de su mirada 
en el adios
su hipócrita sonrisa
cuando decías que me amaba
¿o era burlándote de mi?.


Mi piel sintió escalofríos
cuando los pensamientos
liberados de mi dominio
empezaron a recorrer tu cuerpo
como antes
no por miedo
a una de tus suaves curvas
si no, aterrado
por una de tus acostumbradas
escenas de violentos celos
o de inexplicables melodramas 
cargadas de llantos
que salpicaban 
todos los momentos contigo.


Sentí un respiro
en mi mente
como si hubiera lanzado en ella
una menta Halls
"fuertemente refrescante"
cuando por fin
en el último ángulo agudo
de mi interior
encontré lo último 
de ti en mi:
tus besos.


Los metí en la cajita de fósforo
lanzándola
en el mar de el olvido
en los vientos huracanados
del nunca más
en las ligeras nubes
de los errores cometidos
para que vuelen lejos
a un país no conocido 
por mi.

16 octubre 2010
Ramón J. Olio Guzmán


“El Camino Olividado”

Parecía normal:
el día 
las hojas secas
se apilaban en un rincón
esperando por un viento suave
que les diera un "soplo de vida"
aunque ficticio
poder corretear libres
sobre el camino olvidado
con esa prisa sin sentido
rasgando en el silencio 
a la perpetua soledad.



Parecía normal:
el atardecer
el debilitado sol
esparcía sus últimos destellos de luz
a un extremo del horizonte
las sombras se crecían 
deformándose
sobre el camino olvidado
que se teñía 
de ese tenue color rojizo
que se le escapaba 
por debajo de las nubes,
también rojizas,
al debilitado sol.


El silencio
callado
se escondía
detrás de la tonada suave del Ruiz señor.


Hasta ese momento
todo parecía normal.



Parecía normal:
la noche
la luna, casi redonda
ataviada
por un velo de nube casi transparente
a su alrededor
centenares de estrellas
destellaban, todas en silencio
en el inmenso y oscuro cielo
los árboles
lanzaban sin fuerza
sus debilitadas sombras 

sobre el camino olvidado
donde un pequeño
charco de agua
pintaba, tambaleante 
a la solitaria luna
rodeada de escurridizas estrellas.


Parecía normal:
el silencio
que dejaba tras de si
la amalgama de sonidos
de una ciudad dejada a su suerte
a su mala suerte
por unos rancios políticos
que volvían a colocar insistentemente
sus feas caras retocadas en fotoshop
en las viejas paredes
en los tristes árboles, que
sobre el camino olvidado
ellos recuerdan cada cuatro años.


Todo parecía normal:
sobre el camino olvidado.

13 octubre 2010
Ramón J. Olio Guzmán

“Octubre 2007”

Pasaron largas horas
el papel en blanco
el lápiz sujetado por mis dedos
silencioso, ni una palabra
todas se esfumaban
las ideas, que parecían geniales
minutos antes
perdían su encanto.
Era aterrador; como diría un granuja:
no sabes conceptualizar.


Octubre 2011
recordé a los ladrones (no se porque)
las calles atestadas de ellas 
y el gobierno también, 
(ladrones no, perdón de corruptos) 
el calor rociaba los cuerpos
llenándome de mal humor 
unos jeans azules claros
repletos de carne
se contoneaban peligrosamente 
frente a mis ojos (mis ojos locos al fin)
no disimulaban su curiosidad
cual será la marca de los pantalones 
se preguntaban
cuando fueron sorprendidos 
por unos ojos negros encantadores
y una sonrisa llena de satisfacción 
me hicieron olvidar 
todo el mal humor
todos los ladrones 
todos los políticos
que buena aún es la vida.

05 octubre 2010
Ramón J. Olio Guzmán


“Ahora que”

Aprenderé a escuchar en el silencio
fue lo único que me dejaron
el silencio y la oscuridad
llenando el reducido espacio
llenándolo con esas pequeñas cosas
que fueron escribiendo mi historia
no es tan larga como ayer creía
cuando hice el último intento
por respirar aire puro,
lleno de impurezas
lleno de risas y lágrimas;
de gratos momentos
salpicados de amargos recuerdos.

Pensé que olvidaría algún nombre
algún segundo escondido en el tiempo,
pero las cosas extrañas de la vida (en sentido figurado)
alguien, no se quien,
dejó un folder tirado en el piso de madera
y cuando mis manos,
que ahora puedo mover con más libertad
lo descubrieron
ahí estaba todo, hasta mis pensamientos
hasta el olor a casabe
los apretones de manos
mis buenos actos
mi gran maldad.

Ahora que todos se fueron
cuando el silencio me grita
y la oscuridad manda su tenue rayo de luz
podré pedirle perdón a Dios
y darle las gracias;
se que las cosas pudieron ser de otra forma
pero no hubiera sido divertido
y posiblemente no hubiera aprendido
a llorar y a reírme como lo hice tanto.

Ahora que todos se han ido
ahora que sus palabras y sus lágrimas
fueron cubiertas por el silencio, la lluvia y la oscuridad
revisaré mi vida, intentaré borrar algunas comas
porque ya intenté borrar algunas palabras y no pude
cambiar algunas rabietas por carcajadas
y fue en vano 
como fue imposible cambiar
algunos momentos amargos
por unos dulces recuerdos;
extraño pero la cosquilla en el estomago
es tan intensa
que me hace suponer que lo mejor de la vida
de mi vida
está a punto de llegar.

22 noviembre 2010
Ramón J. Olio Guzmán
















“Hablando en lenguas”




Nunca antes había oído tal murmullo


no entendía, absolutamente nada
era como si hablaran en lenguas (Torre de Babel):
eran idiomas distintos.

Y empecé a caminar por las calles
como ola gigante e impetuosa;
pero cabizbaja.
Sí, me jactaba de mi fortaleza interior
mas, sin embargo
sabía que la caída era más pesarosa
que el trayecto hacia la cima.

Quería, y lo lograba al fin,
hacerme libre
como ave sin nido
como ráfaga de viento solitaria,
gran osadía la mía:
respirar sobre los cuerpos humanos
con olores pestilentes
con olores a esclavitud.

No pude escuchar de la nube humana
un solo quejido
un solo lamento
ni un pedido tonto
de tonta justicia.

Parecía como si lograra
establecer mi autonomía total
de las mentes humanas;
como si tocara con mis manos
con las dos,
tanto el cielo, como la tierra:
qué próximo estuve de la libertad total.

Veía las volátiles presunciones humanas
mas no las entendía
oía las voces de los hombres
mas no captaba su significado
veía los cuerpos
pero no distinguía
si eran pobres o ricos
bellos o feos. 

Por fin era un ser bueno y libre
Fui por un instante
Por ese instante
un nuevo Adán
una bestia, 
pero protegido por Dios. 

Ramón J. Olio Guzmán























“Ausencia”




Faltaba el aire,
el que respiraba con dificultad
en las noches iluminadas por la escondida luna, sí
faltaba su redondez;
y que decir del olor a libertad
esa libertad que pierdes
cuando dejas de ser niño
cuando tu crecida barba
te obliga a rasurarte,
temprano en la mañana
antes de tomar el café,
de oler su aroma, antes de que hieda.

Faltaban las canciones, las viejas canciones
esas que se entrelazaban
en sonido monofónico
cuando caminabas por el parque de la ciudad
no de la capital;
detrás de tu padre,
quien buscaba afanosamente
el número que nunca salió.
Faltaban las hojas secas, encorvadas
corriendo y brincando
en las calles, en las calzadas
una detrás de la otra
evitando ser pisadas por las pisadas;

Faltaban las risas y las palabras
y las malas palabras faltaban.

Y en medio de esa ausencia
casi absoluta
faltaba la muerte
caminando cargada
sobre los hombros de la tristeza,
el silencio haciéndose señas
para escucharse un poco menos:
por si caía una lágrima,
por si el dolor, al que nadie espera
pero siempre viene…., llegaba.

Las palabras faltaban
eran pocas
pero faltaban, o se habían escondido
y no era debajo del papel
porque no estaba
ni era en la radio, porque no servía
la dañaron los que todo lo dañan
los que se lo robaron todo
hasta lo que faltaba.

Faltaban tus manos
que mis manos buscaban
faltaban sobre mi piel,
que no se erizaba como antes,
porque tú faltabas.
Y otra vez faltaron palabras
se escondieron esta vez
detrás del silencio
que también faltaba
porque recordándote, como te recordaba
al recordar tu voz, casi la escuchaba,
el silencio corrió….
ya no se oye nada.

30 julio 2010
Ramón J. Olio Guzmán



Húmedo

Todas las ventanas de aquellos insípidos edificios
se abrieron por el inclemente
susurrar del viento
y todos, no ninguno
sintieron en su triste piel
de concreto viejo
la espantosa mojadera de la tormenta gris.

Todas las calles desoladas
(pues no había sol)
sintieron de repente
al fangoso espíritu
de nuestros pantalones
mojados en aquel subterráneo sentimiento
de humedad celeste.

Y el temblar de mi cuerpo
al ser besado por el agua fría de la lluvia
y aquella tonada suave del triste pájaro.

El día se terminó temprano
las cinco de la tarde
y todo lo que hice hoy
es parte de ese húmedo pasado
que con paraguas
se pierde entre las espesas nubes de soledad.
Mi mirada se pierde
un poco más abajo de las nubes
en aquel árbol verde
que bailoteando y lloriqueando
cubrió parte de mi
de esta lluvia de hoy.

Mas aun todo
está como antes
antes de la lluvia
antes de yo pararme frente a la ventana
antes de mirar
y mojarme los codos en el antepecho
una gota de agua en mi cabeza
y despierto:
tengo cosas que ver en la tv
mas no hay luz
pudiera bañarme
mas no hay agua en la ducha:
y el agua de la tormenta
moja mi pudor….
Y no me puedo quitar los pantalones.





Ramón J. Olio Guzmán

"Entre nosotros, adiós"

Yo busqué en el matorral de la vida




una alegría oculta
en tu tristeza
que quería hacer mía también
como hice ayer, mía
tu felicidad.

Y busqué en el final de la tarde
un cielo rojizo de otoño
mas era invierno,
ya sabes., mi nuevo invierno:
sin abrigo, sin calor de hogar
y sin ti
sí nuevamente sin ti.

Y no pude buscar en mi interior
felicidad alguna
porque tú no estabas
y se te olvido sacarla del bolsillo de tu jeans:
ya no tenía felicidad,
ni tenía tristeza
porque no me dejaste tomarla
de tu pecho
cuando lo humedecía con mi lengua.

Sin embargo, aún busco,
aún busco en las telarañas de mi habitación
parte de tu sonrisa
o de tus lágrimas
con que entretenerme, recordar....
y las paredes van girando,
el radio aumenta su volumen
y yo,
yo lo escucho atentamente

¡Esa es nuestra canción favorita!.


Ramón J. Olio Guzmán


"Recuento"

La silueta de tu adiós
estaba aún en el cerrojo de la puerta.

Dentro:
yo, compartiendo mi tristeza
con aquella nueva soledad
que se apresuraba
a tomar tu lugar
en la ventana rota
por la que siempre mirabas
y te reías…, recuerdas?

No, la soledad no mueve su cabeza
como lo hacías tú
cuando te interrogaba.

Detrás de la puerta:
las huellas de tus viejos tenis
inamovibles
el eco de tu voz
se entreoía
de pared a pared
y aquel niño travieso
que conociste
en aquellos días perdidos en el tiempo
se fue
se fue en algún transeúnte
que tomó, en sus manos
el rostro tibio del amor.

Hoy,
el sol sólo calienta una parte de mí.

En mi interior:
la lluvia
salpicando de tristeza
todo mi ser.

Fuera de mí:
todas aquellas cosas
que tocaste
mis cabellos, mi rostro
mi piel
y aquella camiseta azul
que tanto te gustaba.

Un día más sin ti
y van cuatro.





Ramón J. Olio Guzmán


1 comentario:

  1. excelentes gracias por compartirlas y si no te molesta me llevare algunas.

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Smowtion