Enfermo de distrofia muscular y discapacidad psíquica, Agapito Pazos vivió toda su vida en la habitación 415 del hospital del Sergas, donde había sido abandonado a la edad de 3 años. Solamente cuando un celador lo llevó a ver el mar a las Rías Bixas durante dos días, estuvo fuera de su habitación, donde disfrutaba de una televisión, del queso y aborreciendo la sopa, la cual comía con los cubiertos con sus iniciales, la cama orientada hacia la ventana, y los mimos de los enfermeros y médicos.
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