Cuando se produjo el primer deslave fue estruendoso no parecía real, el segundo, ensordecedor, y todas las partículas de polvo comenzaron a levantarse impacientes y desordenadas, cubriéndome con su sucia blancura, por completo, hasta los pelos!.
La soledad (siempre mejor que las malas compañías: los avaros, los enfermos de profesión, los pusilánimes, los cristianos sociales, los comunistas de salón, los kamikazes asustados) había vuelto, sin llamarla como era su extraña costumbre, pero esta vez el silencio no había sido su cómplice, no.....
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